jueves, octubre 27, 2005

Los límites de la objetividad

Siempre se ha pretendido limitar la objetividad en tanto instrumento racional del entendimiento del mundo. En mi opinión no han podido lograrlo. Félix Gustavo Schuster en “Los límites de la objetividad en las ciencias sociales” hizo un nuevo intento, pero algunas impresiciones conceptuales invalidan en gran parte su trabajo.

El artículo transita páginas de letra apretada y, sin embargo, no es posible encontrar una definición precisa del término ‘objetividad’, ni siquiera una mención clara de su conjunto de referencia. De todas maneras, Schuster distingue objetividades de dos tipos, la objetividad 1 (O1) que caracteriza como “... la objetividad propia de las experiencias de laboratorio...”; y la objetividad 2 (O2) que es aquella “... que resulta de la conexión de estas experiencias –las de tipo O1– con el propio investigador, con la ciencia dentro de la cual se realizan, con la ciencia general y con la sociedad que las ha promovido y en la cual se efectúan”.

La caracterización de O1 es por lo menos ambigua, por serlo su referente. Las “experiencias de laboratorio” son un conjunto de conductas de un grupo de seres humanos reunidos en un recinto especial. Es decir, asigna la objetividad a propiedades de unos sistemas concretos, al mundo y no a los instrumentos gnoseológicos (conceptos, proposiciones o teorías). Pero Schuster también podría referirse a los resultados de tales experiencias, o a los estados mentales en los que quedan los investigadores.

La caracterización de O2 es baga. Lamentablemente, en el artículo no nos dice que cosa resulta de una conexión ni de que tipo es dicha conexión.

Más adelante, el autor asegura que:

“... el ideal de la objetividad consiste en someter las creencias al test de criterios independientes e imparciales; como actitud científica, la imparcialidad es la aceptación de los controles que constituyen las reglas de juego de la ciencia y son transmisibles por instituciones científicas”.

Más allá de confundir los resultados de las investigaciones científicas con meras creencias, la objetividad deja de ser ya una propiedad de ciertas conductas humanas para convertirse en conductas humanas. Este cambio de referentes necesariamente transforma al objeto definido. En el párrafo citado ya no se está hablando de lo mismo que al principio.

La definición de imparcialidad es, según nuestra definición, subjetiva, porque requiere de un pensador que acepte (o no) los controles. Reduce Schuster la imparcialidad de un criterio a la parcialidad del capricho de una persona suficientemente poderosa. Está claro que si se admiten definiciones de este tipo, tarde o temprano se llegará al relativismo propuesto por Kuhn y su maestro Feyerabend. Pero no tenemos por que aceptarlo, y hay muy buenas razones para ello. Una es, claro, que la ciencia no se maneja mediante los códigos propuestos por Félix Schuster.

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