martes, mayo 23, 2006

La confusión entrópica

…es triste ver que las ideas explicadas por Boltzmann con tanta elegancia, un siglo después todavía deban re-explicarse una y otra vez.


J. Bricmont, ¿Ciencia del caos o caos en la ciencia?


La divulgación científica es una tarea tan ardua como meritoria. Al no tratarse de comunicación interna entre científicos ni atender temas de los días comunes, le toca el difícil trabajo de construir un puente entre dos mundos. Sobre ese angosto pasadizo los divulgadores intentarán transportar pesados e inusuales conceptos sin que se aboyen demasiado ni que el puente se rompa. Reducirán su peso, los lustrarán y tratarán de hacerlos lucir parecidos a esos otros conceptos con los que tratamos a diario. Las ideas que llegan desde la ciudadela al otro lado del puente lo harán indefectiblemente distintas a como partieron.

Y no es que no se avise porque los buenos divulgadores de las ciencias avisan, a cada rato lo hacen. Pero muchas veces teóricos de la comunicación, filósofos y críticos literarios devenidos en filósofos, que deberían tomarse el trabajo de cruzar el río para aprender de los conceptos en su propia red semántica en la lengua natural de la ciudadela allende el profundo río, prefieren en cambio desoír advertencias y comprar el producto divulgado para inventar metáforas, porque les gusta inventar metáforas con palabras que suenan lindas y respetables.


Las palabras lindas y respetables atraen multitudes y las multitudes respeto y el respeto fondos del presupuesto. Y todos sabemos que están aquí por la fama y el presupuesto, no para describir una porción de la realidad que algún día sirva, quizá, para guiar la acción de forma eficiente. Es bueno hablar de entropías lustradas y morigeradas, citar ad nauseam a “los grandes” para seguir inventando el agua tibia y no pensar en entender la verdad, porque la verdad no importa puesto que la realidad no existe. Lo único que importa son las palabras lindas y respetables, como caos o entropía.

Un poco diferente es el asunto cuando el divulgador ganó el respeto, la fama máxima, y decide que es hora de predicar. Ningún respeto logrado, por más alto y bien merecido que sea, debe desviar la mirada crítica sobre las ideas, sobre todo los posteriores a la conversión.
No hay argumento de autoridad que valga, sólo desde una posición apática será preferible decir “Y… lo dijo Prigogine, ¿vos quién sos?” a enfrascarse en el análisis lógico de la estructura conceptual que permita saber con certera profundidad de qué hablan al otro lado del puente, en la ciudadela científica, cuando mencionan palabras como sistemas dinámicos, entropía y caos.

El físico y químico belga, premio Nobel de química en 1977 por sus trabajos sobre la termodinámica de no-equilibrio con énfasis en las estructuras disipativas, Ilya Prigogine, se convirtió en una figura respetada en ambientes posmodernos (ese “aquelarre productor de palabras sin sentido”) porque proveyó un chorro fresco de metáforas. Su fama creció y se extendió de forma explosiva -de este lado del puente, claro, porque en la ciudadela los científicos levantaron sus hombros, tiraron las comisuras de sus labios hacia abajo, arquearon hacia arriba sus cejas y continuaron con el trabajo de todos los días.

Como lo importante es producir agua tibia a partir de lo que otros opinan, opinar sobre las opiniones, producir texto sobre textos, la posibilidad de metáforas respetables siempre es bienvenida. Los conceptos de caos, sistemas dinámicos y entropía, tan precisos y circunspectos en la ciencia, aplicables sólo a sistemas físicos, derramaron su vulgarización sobre las hojas posmodernas y ya nadie, de este lado del puente, pudo conocer el verdadero significado. Y es que a ellos no les importa mucho el verdadero significado de las cosas porque, como bien podría decir Rorty, no importa lo que la entropía sea, sino lo que nosotros podamos decir de ella.

El caso se agrava cuando el divulgador famoso aparte de morigerar el peso de los conceptos y lustrarlos, no avisa que lo ha hecho y los expone al público no entrenado sin advertirle que en la ciudadela esas palabras denotan ideas similares, pero otras; que al otro lado del puente los conceptos representados por dichas palabras están imbricados en redes semánticas distintas a las que él usa y que es necesario conocerlas para adquirir el significado completo. Porque de otra manera el lector incauto, convencido de estar leyendo ciencia en vez de divulgación científica, puede pensar que le será posible e incluso fácil trasladar los conceptos de una a otra disciplina por la vía de la metáfora y se convierte en eso que tanto odia: un reduccionista imprudente.

Y entonces surgen monstruosas quimeras. Guiadas por las imágenes de las metáforas y no por la lógica de los significados la batidora de textos macera en un mismo pasaje plegados de textos, partículas elementales, Internet y universo, Derrida, Shanon y Prigogine, entropías, neguentropías y antientropías, y uno queda preguntándose si de tanta confusión puede resultar algo efectivo o al menos útil.

martes, diciembre 06, 2005

La evolución es una teoría

En teoría, la teoría es igual a la práctica. En la práctica no lo es.

En el uso cotidiano, la palabra ‘teoría’ ocupa un lugar intermedio entre el hecho concreto y seguro y la especulación sin fundamentos. Para un científico, en cambio, el significado está en las antípodas: representa el conocimiento más acabado y actual de la cosa que estudia. Por eso, cuando uno habla de la teoría de la evolución, con la palabra teoría no está avisando su equivocación prematura o que, en definitiva, que en la práctica las cosas serán distintas a lo que dice; lo que afirma es que lo que tiene entre manos es el mejor conocimiento disponible, que existe gran cantidad de datos que sustentan las hipótesis, que hay varias ideas funcionando bien de forma simultánea, que otros campos del conocimiento son compatibles con las ideas formuladas y que el hecho de la evolución es compatible con otros hechos pertenecientes a diferentes niveles de la realidad. Dice que está estudiando un suceso real, observable y comprobable. Pero lo que asegura, fundamentalmente, es que es capaz de modificar ese conocimiento, en todo o en parte, cuando se presente alguna evidencia que lo contradiga.

La teoría de la evolución es compatible tanto con la química y a través de ella con la física, como con la geología (el ejemplo de colaboración interdisciplinaria entre la evolución y la geología es, a mi juicio, uno de los más hermosos que ha dado la ciencia). Ninguna otra teoría científica ha acumulado tantos datos favorables (es decir, informes acerca de los hechos) como la teoría de la evolución, aunque esos informes a veces sean indirectos como el registro fósil. (También son indirectos los datos acerca del desplazamiento de los electrones en los sólidos y, sin embargo, la tecnología del estado sólido no deja de sacar inmensos dividendos.)

Por eso, enrostrarle a un científico que la teoría de la evolución es sólo una teoría es como decirle a un músico que la 9ª Sinfonía de Beethoven es sólo una sinfonía.

Para seguir leyendo sobre evolución:

lunes, noviembre 28, 2005

Autismo y falsedad del relativismo cultural

El posmodernismo es una mezcla de neomarxismo, constructivismo, desconstruccionismo y subjetivismo. Aunque no existe un paradigma dominante entre estas tendencias, todas comparten el desprecio por la razón y la ciencia y concuerdan en la tesis relativista que asevera que no existen verdades universales sino relativas al individuo o acuerdos intersubjetivos dentro de grupos sociales.

Afirma que no existen verdades universales pero a la vez pretende la universalidad de sus propias aseveraciones. Asegura que las ciencias son unas construcciones sociales que no se distinguen de otras narraciones, e inmediatamente se trepa a un contradictorio plano de superioridad que proyecta como trasculturalmente “verdadero”, superior a cualquier mito. A pesar de las claras diferencias epistemológicas entre las ciencias y las tecnologías, el relativismo las ubica en un impreciso campo que llama tecnociencias, término que responde más a sus intereses que a la realidad. Calcando el discurso de moda en las universidades norteamericanas y francesas, tiene la desfachatez de acusar a los científicos vernáculos de ser funcionales al imperio, sin mostrar siquiera un burdo bosquejo de prueba.

Impulsado por una suerte de paranoia neomarxista, el relativismo cultural equipara lo externo con el enemigo y se cierra en un exacerbado regionalismo en el que únicamente lo local es bueno y seguro. De esta manera es posible empezar a comprender el nazismo de Martín Heidegger y el apoyo de Michel Foucault a todas las corrientes autoritarias de su época. No podría decirse que los valores del relativismo “atrasen”, como a veces se afirma, respecto de los que componen el ethos mertoniano de la ciencia, pero sí que son incompatibles.

domingo, noviembre 20, 2005

El conocimiento nos hará libres

ARP - Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico, por medio de su blog para el Avance del Pensamiento Crítico promueve el siguiente manifiesto que, demás está decir, suscribo punto por punto.

El texto tiene algunas puntualizaciones localistas (ARP-SAPC es una asociación española), sin embargo, me parece que a un lado de los nombres puntuales, toda hispanoamérica está sumergida en la problemática cultural que el manifiesto denuncia.

Manifiesto por la cultura veraz

La evolución de la sociedad depende de su cultura y, en nuestros tiempos, buena parte de la cultura depende de los medios de comunicación. Los medios de comunicación deben, por tanto, presentar la realidad de forma correcta, utilizando los hechos y razonando a partir de ellos. Evidentemente, los razonamientos relativos a la política, a las actuaciones de los gobiernos son incompletos y su análisis suele llevar incorporada una componente subjetiva dependiente de la persona que realiza el análisis. Sin embargo, cuando se seleccionan los hechos y se mezclan con la finalidad de obtener una conclusión, el resultado es manipulación.

Cuando hablamos de otro tipo de conocimientos como los históricos, los técnicos o los científicos, la actitud ante los hechos cambia: la ciencia, la tecnología, la historia o la lingüística se basan en el análisis sin prejuicios de los hechos. Pero, de igual forma que debe analizarse sin prejuicios tampoco debe hacerse desde la especulación. Los métodos que han desarrollado las distintas ramas del conocimiento han permitido, permiten y permitirán que nuestro conocimiento crezca.

En los últimos años hemos ido descubriendo cómo muchos medios se desviaban hacia la manipulación política, hacia programas pseudocientíficos que no sólo no aportan cultura a la población sino que la proveen de datos o análisis manifiestamente erróneos o contrarios a los hechos conocidos, de los que se deducen teorías claramente y evidentemente falsas. Estas falsas especulaciones basadas en datos seleccionados y manipulados son una de las fuentes de la incultura.

La mayoría de los medios de comunicación han caído en la creación de programas o secciones pseudoculturales o pesudocientíficas: secciones de ocultismo o astrología, programas pseudocientíficos o documentales pseudocientíficos. En estas secciones y programas no se salva ninguna de las ramas del conocimiento. Así, asistimos a programas que manipulan la historia, periódicos que le dan pábulo a las predicciones de los astrólogos no sólo en secciones sino también en artículos, pseudohistoriadores que falsean o se inventan datos para obtener beneficios, programas televisivos que con el fin de crear un misterio son capaces de obviar la realidad.

En este contexto es en el que nació hace breves fechas un nuevo canal, el Canal 4. Muchas personas esperábamos un canal que no cayese en estos vicios comunes en la mayor parte de los medios de comunicación. Sin embargo hemos podido que no sólo no es así, sino que en este canal aparecen varios programas pseudocientíficos plagados de mentiras, falsos datos o especulaciones más que surrealistas. Hemos visto un programa dirigido por una de las más grandes figuras actuales de la pseudociencia: Iker Jiménez, centraba su programa en el desconocimiento. Hemos visto cómo inventaba datos o los interpretaba desde el desconocimiento o desde el conocimiento manipulado.

Es comprensible que una nueva cadena necesite presentar programas que atraigan y fidelicen audiencia pero esto no debe de hacerse a cualquier precio: el fin nunca ha justificado los medios. Un canal que nace con vocación de formar e informar no puede ni debe tener este tipo de programas. Un programa en el que se afirma que el hombre nunca llegó a la luna y simultáneamente se afirma que el Apolo 11 en su viaje a la luna detectó un OVNI por parte de una persona que, simultáneamente afirma en uno de los alunizajes se descubrieron construcciones alienígenas no sólo no debería tener ningún tipo de crédito sino que debería de ser fulminantemente eliminado de la programación.

En este país tan carente de formación científica, con una clara pérdida de cultura media en la población y con una carencia crónica de programas de divulgación del conocimiento entretenidos, la existencia de este tipo de programas no sólo no incrementa lacultura media de la población sino que la disminuye a través de datos erróneos o de especulaciones absurdas. La finalidad de este mundillo de lo misterioso, lo paranormal, la ciencia alternativa o la medicina alternativa necesita de una población desinformada para obtener de ella lo que pretende: beneficios económicos.

En estos programas habría que recordar el principio de economía que enunció Hume hace mucho tiempo y que puede resumirse como: afirmaciones extraordinarias necesitan pruebas extraordinarias. ¿Qué significa esto?. Si en uno de estos programas se afirma haber visto una vaca no hace falta aportar prueba ninguna pues nadie va a dudar de tal hecho dado que es cotidiano. Si se afirma que se ha visto una vaca corriendo a 60 km/h pues es necesario aportar pruebas pues, probablemente, esa vaca sea la que tiene el récord de velocidad vacuno. Si lo que se afirma es haber visto a una vaca volando por sus propios medios pues entonces hay que aportar pruebas extraordinarias para tal afirmación. Así se ha comportado siempre el avance del conocimiento.

Una frase para la reflexión sería: "el conocimiento os hará libres".

Por estos motivos este manifiesto pide a los medios de comunicación:
1. La eliminación de programas pseudocientíficos.
2. La creación de programas culturales entretenidos: de historia, ciencia, tecnología o cualquier otra rama del saber.
3. La eliminación de secciones basadas en la superstición: astrología, cartomancia o cualquier otra superstición.
4. El asesoramiento o supervisión en materias relacionadas con el conocimiento por parte de expertos externos e independientes en las correspondientes materias.
5. Que se separen los hechos de las opiniones o especulaciones propias del conductor del programa o la sección correspondiente.

viernes, noviembre 04, 2005

Evolucionismo vs. creacionismo: tres libros on-line

El argumento que la evolución debería pensarse como una 'teoría, no como un hecho' confunde el uso habitual de estas palabras con el uso científico. En ciencia las teorías no se convierten en hechos por medio de la acumulación de evidencias... las teorías son los puntos finales de la ciencia. En este sentido, la evolución es una de las teorías científicas más poderosas y útiles con las que contamos.

Science and Creationism: A View from the National Academy of Sciences


Irracionalismos los hay de varios tipos no excluyentes: posmodernismo, religión, misticismo oriental, etc. y si bien es dificil extraer una caracterización particular que los mida, todos coinciden en obstaculizar el acercamiento a la ciencia, exponente máximo del pensamiento racional.

La batalla entre el evolucionismo y el creacionismo es uno de los ámbitos actuales en el que los contendientes están en pugna por captar la atención del público, pero mientras que al oscurantismo religioso le alcanza salir en los medios de comunicación para convencer de forma rápida y emotiva, a la ciencia le son necesarios espacios más calmos y la plena atención de los receptores, quienes, además, deben estar dispuestos a pensar. Porque para comunicar el conocimiento científico no hay que convencer sino demostrar, y para demostrar primero hay que saber. Los libros que enumero a continuación nos introducen en el campo de la ciencia de la evolución biológica, espero que los disfruten.

Los libros

The National Academies acaba de hacer una re-edición de tres libros fundamentales para la enseñanza de la evolución en las aulas. Los precios de la edición en papel son un verdadero regalo (34.16 dólares por el conjunto); sin embargo, la institución pone a disposición de todo el mundo la versión libre y gratuita en formato pdf de los tres volúmenes:

Science and Creationism: A View from the National Academy of Sciences, Second Edition: Breve y claramente este libro explora la naturaleza de la ciencia, revisa la evidencia del origen del universo y la Tierra y explica el conocimiento actual de la evolución biológica. Establece inequívocamente que el creacionismo no tiene lugar en ningún currículum científico en ningún nivel.

Teaching About Evolution and the Nature of Science: Escrito para docentes y padres. Este libro describe cómo la evolución revela tanto la gran diversidad como la similaridad entre los organismos de la Tierra; explora cómo los científicos abordan el tema de la evolución e ilustra la naturaleza de la ciencia como una forma de examinar el mundo natural.

Evolution in Hawaii: A Supplement to Teaching About Evolution and the Nature of Science: Siguiendo los pasos de las vías evolutivas en Hawaii, este libro ilumina los principios generales de la biología evolutiva y ofrece poderosas conclusiones acerca de la ocurrencia de la evolución, sus mecanismos y sus cursos. Este libro práctico ha sido específicamente diseñado para estudiantes de secundaria para brindar un conocimiento más profundo de la evolución utilizando ejercicios con datos genéticos reales.

Todos en: Tools for Understanding Evolution (National Academy of Sciences, 3 book set)

jueves, octubre 27, 2005

Los límites de la objetividad

Siempre se ha pretendido limitar la objetividad en tanto instrumento racional del entendimiento del mundo. En mi opinión no han podido lograrlo. Félix Gustavo Schuster en “Los límites de la objetividad en las ciencias sociales” hizo un nuevo intento, pero algunas impresiciones conceptuales invalidan en gran parte su trabajo.

El artículo transita páginas de letra apretada y, sin embargo, no es posible encontrar una definición precisa del término ‘objetividad’, ni siquiera una mención clara de su conjunto de referencia. De todas maneras, Schuster distingue objetividades de dos tipos, la objetividad 1 (O1) que caracteriza como “... la objetividad propia de las experiencias de laboratorio...”; y la objetividad 2 (O2) que es aquella “... que resulta de la conexión de estas experiencias –las de tipo O1– con el propio investigador, con la ciencia dentro de la cual se realizan, con la ciencia general y con la sociedad que las ha promovido y en la cual se efectúan”.

La caracterización de O1 es por lo menos ambigua, por serlo su referente. Las “experiencias de laboratorio” son un conjunto de conductas de un grupo de seres humanos reunidos en un recinto especial. Es decir, asigna la objetividad a propiedades de unos sistemas concretos, al mundo y no a los instrumentos gnoseológicos (conceptos, proposiciones o teorías). Pero Schuster también podría referirse a los resultados de tales experiencias, o a los estados mentales en los que quedan los investigadores.

La caracterización de O2 es baga. Lamentablemente, en el artículo no nos dice que cosa resulta de una conexión ni de que tipo es dicha conexión.

Más adelante, el autor asegura que:

“... el ideal de la objetividad consiste en someter las creencias al test de criterios independientes e imparciales; como actitud científica, la imparcialidad es la aceptación de los controles que constituyen las reglas de juego de la ciencia y son transmisibles por instituciones científicas”.

Más allá de confundir los resultados de las investigaciones científicas con meras creencias, la objetividad deja de ser ya una propiedad de ciertas conductas humanas para convertirse en conductas humanas. Este cambio de referentes necesariamente transforma al objeto definido. En el párrafo citado ya no se está hablando de lo mismo que al principio.

La definición de imparcialidad es, según nuestra definición, subjetiva, porque requiere de un pensador que acepte (o no) los controles. Reduce Schuster la imparcialidad de un criterio a la parcialidad del capricho de una persona suficientemente poderosa. Está claro que si se admiten definiciones de este tipo, tarde o temprano se llegará al relativismo propuesto por Kuhn y su maestro Feyerabend. Pero no tenemos por que aceptarlo, y hay muy buenas razones para ello. Una es, claro, que la ciencia no se maneja mediante los códigos propuestos por Félix Schuster.

miércoles, octubre 26, 2005

De Sarmiento a la posmodernidad

Desde hace unos años el tema da vueltas en las redacciones. Cuando los aspirantes al ingreso a la Facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) fracasan en la evaluación de diagnóstico, cuando llegan informaciones de que en la Universidad Nacional de Rosario los talleristas son incapaces de superar la Instancia de Confrontación Vocacional, en la que deben aprobar exámenes básicos de química, biología y anatomía, ocurre el revuelo y hay una semanita de muchos dimes y te dirés sobre el tema, hasta que surgen noticias de verdadera importancia. A esta altura, en la parte final del ciclo anual todavía estamos a tiempo para mejorar la instancia del próximo año, aunque sospecho que la historia volverá a repetirse, porque el tema se asienta en las más profundas bases de la degradación cultural.

Que la decadencia se empiece a notar en las ciencias y las tecnologías científicas no es una casualidad. El ocaso cultural argentino comenzó en el golpe militar de Uriburu en la década del ’30. Luego, en los ’60 llegó de Estados Unidos una moda que cundió entre los intelectuales vernáculos, tanto de derecha como de izquierda e incrementó la pendiente. El máximo esplendor lo alcanzaron en la década corrupta y hoy, aunque el neoliberalismo está cada vez más lejos de las pampas, cátedras de prestigiosas Facultades siguen respirando el aliento posmoderno. Porque el posmodernismo, digámoslo de una vez, se da la mano con cualquier patrón ideológico.

Aunque la mayoría pasó sin pena ni gloria, algunos de estos pensadores se enquistaron en los círculos del poder académico y no pierden oportunidad de verter ponzoña oscurantista en las venas del Estado, cuyos funcionarios, ávidos de sabiduría superficial al paso, ayudan a diseminar.

Niegan que el progreso sea posible o que la verdad exista. Para ellos la verdad es una simple etiqueta adherida a un texto y en consecuencia no admiten que alguien pueda buscarla y encontrarla; mucho menos que poseerla sea una circunstancia del progreso. Como el asunto de las ciencias es la búsqueda y difusión de la verdad, los métodos del establishment intelectual argentino lograron asestar un duro golpe a las disciplinas científicas, cada vez más lánguidas.

Para ellos, el dislate de un astrólogo por televisión a las tres de la tarde tiene el mismo valor que la publicación del trabajo de un astrónomo de la UNLP, el psicoanálisis vale lo mismo que las neurociencias, la cura chamánica igual que la medicina de transplantes. Entonces, si todo vale, ¿para qué fomentar el desarrollo de la ciencia?, mejor que los científicos vayan a lavar los platos.

El desprecio por la ciencia y la investigación básica medra la educación en su conjunto. Quienes ingresan a los establecimientos educativos no especializados, en cualquiera de sus niveles, tanto públicos como privados, tienen gran probabilidad de salir analfabetos científicos. La sociedad no sabe qué es la ciencia, en consecuencia no la aprecia y muchas veces le teme. Una de las secuelas es que los maestros, por más pedagogía que aprendan, nunca podrán transmitir bien los conocimientos científicos porque les falta la sustancia fundamental.

El moño antes que el regalo, convencer antes que demostrar, análisis de discurso antes que de contenidos, son otras características de la filosofía “relativa”. Las propuestas usuales de la Dirección de Escuelas de la provincia de Buenos Aires es que los educadores participen en capacitaciones sobre las nuevas modalidades pedagógicas y técnicas para transmitir conocimientos. Nuevamente, el texto antes que el contenido o, en palabras a la moda, el significante antes que el significado. No se da cuenta el Estado provincial que en un desierto ni el mejor bombeador puede sacar agua, que se obtiene fresca y cristalina de un aljibe con un balde y una cuerda.

Con el sistema educativo nacional hundido “necesitamos hacer de toda la República una escuela. ¡Sí!, donde todos se ilustren y constituyan así un núcleo sólido que pueda sostener la verdadera democracia”, escribió Domingo Faustino Sarmiento.